martes, 26 de agosto de 2014

Girls just wanna have fun

Hace tiempo que ya no. No miro el reloj y ni siquiera me acuerdo de qué día es. Si por un momento nos hacemos a la idea de que la vida es alguien, digamos que se fue sin mí. Creo que el problema es que he estado soñando mucho. En sí tener sueños no es malo, pero nadie me bajó de las nubes cuando empezó a llover. Y estoy sola. Camino sola. Desayuno sola. Pienso demasiado. Se me ha olvidado la claridad, entre tanto. Aún recuerdo que una vez el sol entraba por la ventana e iluminaba la habitación. Hoy, no obstante, la oscuridad ha reordenado los muebles y los ojos no se me han habituado a la falta de luz. Me pregunto si habrá quien, como yo, se sienta la parte olvidada de un mundo muy grande. Vivo en esta esquina, que es lo que me queda. Una esquina sucia, llena de polvo, como un laberinto que me conozco de memoria y del que pese a todo no puedo salir. Algunas veces aún me permito creer. En lo que sea. Si surca un avión el cielo, fantaseo con irme con él. Me permito eso. Otros veces simplemente no salgo de mi tristeza, y no hay aviones, ni pájaros cantando. Ni verano. Y no miro el reloj y ni siquiera me acuerdo de qué día es. Lo diré en voz alta: he fracasado. Si las personas son edificios en construcción, yo creo que me derrumbé, no sé ahora mismo cuando. Hay escombros. Muchos escombros. Soy la canción más triste de la historia.